domingo, 23 de abril de 2017

¿Esto es en serio?

Estoy convencida al 100% de que todas hemos pasado ratos de auténtico pánico cuando, tumbada en la cama, de repente te das cuenta de que vas a tener un hijo y no hay marcha atrás. No porque te arrepientas (¡NO! ¡NUNCA!) sino porque de repente te da por pensar que vas a tener un saquito de caquitas que va a depender de ti al 200% durante muchos años. Y la que diga que no le entran sudores fríos miente. Bajo mi punto de vista es imposible que esto no le haya pasado a nadie más, teniendo en cuenta de que las inseguridades afloran como las lágrimas cuando ves un gatito cayéndose del sofá. A mí pensando en esto me viene a la cabeza la famosa frase de Illidan (World of Warcraft) que dice “NO ESTÁIS PREPARADOS” y claro, me empiezo a reír yo sola en plan “te estás haciendo la olla” pero de repente digo “espera, ¿y si no lo estoy?”. Afortunadamente esto suele durar poquito, igual lo piensas como 400 veces en un día pero unos segundos apenas. No, en serio, ahora estoy exagerando pero no puedo evitar pensar en lo que dicen de que un hijo te cambia la vida para siempre y ya no puedes hacer las cosas que hacías antes (recuerdo las declaraciones de SV por las que se le echaron a la yugular y la llamaron mala madre) que se acabó el tener vida íntima, levantarse tarde, gandulear... pero mira, yo me considero una persona bastante vaga en algunos aspectos y a todos nos gusta dormir de más el fin de semana y salir hasta tarde, pero tan terrible no será cuando la gente se queda con sus hijos. ¿No?

Lo que si que me ha pasado muy a menudo a lo largo del primer trimestre es pensar si realmente estaba embarazada ya que no había síntomas visibles y evidentes. Yo, salvo por algunas cosas, me he encontrado bien. No tenía síntomas que no hubiese experimentado con anterioridad excepto lo mejor de todo de cuando estás embarazada: la ausencia de menstruación. Entonces pasas los días tan ricamente, hasta que llega el momento de la eco y ves que sí, hay una cosa en tu útero que se mueve y está vivo. ¡Está vivo! Y caes en la cuenta de que es verdad, eso que se ve en la pantalla es real ¡y lo tienes dentro! Y los siguientes días estás atenta por si notas algo diferente, intentando poner todos tus sentidos en la zona para captar cualquier movimiento furtivo, deseando que pasen los meses para volver a oír su corazón, porque tener eso ahí y no poder asegurarte cada día de que está bien es un horror, hasta el punto de querer comprarte un estetoscopio para buscarlo tú misma, porque si con el micrófono de la comadrona se oyó, tu tienes que oírlo también. Yo intenté probarlo, pero el estetoscopio que tengo a mano es una chufa y no me encontré ni mi corazón, así que...

Todos estos pensamientos y reacciones tienen su razón de ser, y no me habría preocupado tanto si le hubiese hecho algo de caso al librito de consejos que me entregó mi comadrona el día que me visitó por primera vez. Tu cuerpo cambia mucho durante el embarazo, es evidente, pero el cambio más atroz y drástico que experimentas no se ve a simple vista. Tus hormonas están locas del coño en el primer trimestre, eso no lo ve nadie y lo más probable es que sufras todos esos miedos en silencio, porque no quieres dar a entender que te estás rajando o que te viene grande; pero no eres tú, son ellas, esas pequeñas hijas de puta que te hacen imaginarte con tu bebé en brazos llorando y piensas: ¿sabré identificar sus necesidades? ¿se me ahogará en la bañera? ¿y si le curo mal el cordón umbilical? o imaginarte en la sala de parto y mientras una enfermera te enseña tu hijo ensangrentado y lleno de costra blanca, otra te pone más puntos que los del carnet de conducir y la tarjeta caprabo juntos. Porque todo eso te lo imaginas, ya os digo yo que te lo imaginas y no puedes hacer nada. Intentas distraerte pensando en pajaritos en su nido, felices con sus crías y de repente a la mamá pájaro le tienen que poner puntos porque el último huevo le ha dejado el tema como un bebedero de patos. Pero es normal y bastante frecuente ese miedo paralizante: es tu hijo, va a depender de ti y es algo completamente nuevo que no has hecho nunca. Estarías loca si no tuvieras la más mínima duda.
Al pasar el primer trimestre crees que todo irá bien, hasta que empiezan las pesadillas y los sueños de cachorros. Las pesadillas a cada una le da por una cosa diferente, yo como tengo el subconsciente bastante perjudicado sueño con caminantes blancos a los que solo se les mata cortándoles los pies, y me tiro mutilando cuerpos congelados hasta que me despierto con sudores y ya no puedo volver a dormir, pero los sueños de cachorros por lo visto son muy comunes. Camadas y camadas de cachorritos monísimos y achuchables a los que ¡un momento! ¡tienes que amamantar tú misma! Son tan adorables... y están tan indefensos que solo puedes abrazarlos y poner la leche en un vasito. Raro, ¿eh?

Dicen que tenemos 9 meses para hacernos a la idea de que vamos a ser madres, pero si contamos que los primeros casi ni cuentan, no eres plenamente consciente hasta que te crece la barriga y lo notas cada día (que dependiendo de como sea tu cuerpo puede tardar hasta 5 meses en pasar) y que el tiempo pasa que ni te enteras, prácticamente te queda para concienciarte el tiempo que tardas en llenar las bolsas porque has roto aguas. Ahora me estoy adelantando a los acontecimientos, pero como todo pase tan rápido como han pasado estas 18 semanas y media va a ser tal cual. ¿Por qué será que siempre nos adelantamos? 


Jo, no puedo dejar de pensar en esos gatitos que intentan saltar de un sitio a otro y se caen al suelo porque son tan pequeños que no controlan la distancia entre objetos. :_(

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda usar un lenguaje adecuado en tus comentarios. Gracias por participar!