La principal razón por la que una preñada está deseando
llegar a las 12 semanas es dejar de sentirse como el culo. La gente te pregunta
cómo lo llevas y si estás teniendo un
embarazo complicado tu respuesta será que te pasas las mañanas vomitando,
tienes un sueño extremo y tu cara es un volcán en constante erupción. Entonces alegremente
todos te dicen que eso es cosa del primer trimestre, que en cuanto lo pasas se
te quita todo. ENGAÑAOS. Es obvio que te motiva muchísimo ver cómo está
evolucionando tu pequeño engendro y ansías que llegue el día de la ecografía
con las mismas ansias que un niño frente a un escaparate de chocolates. Sabes
que está ahí y que ya mismo llega.
Se supone que va a ser un momento lacrimógeno porque vas a
escuchar su latido por primera vez, el papá resistirá las lágrimas tras una
careta de macho ibérico pero el momento moñas sabes que está asegurado. Excepto
si eso lo has vivido hace un mes, entonces sabes que está ahí, por lógica tiene
que estar bien, pero el momento moñas se convierte en el momento histeria
colectiva porque lo único que quieres es que conecten el sonido cuanto antes.
Hacía un mes exacto que habíamos escuchado su corazón y solo queríamos volver a
escucharlo. Es adictivo, necesitas oírlo para saber que está bien porque
todavía falta para que lo notes moverse, y creedme que tener algo dentro y no
poder asegurarte cada día de que continúa vivo es agobiante.
Apenas me había metido el ecógrafo por el potorro (puedo
decir potorro?) ya vimos que movía un brazo. Espera, ¿un brazo? ¡Tiene brazos!
¡Y nariz! ¿Eso son las piernas? ¡Dioses! Tiene el tamaño de un ratón y ya nos
está diciendo que besemos su brillante trasero, está de espaldas todo el rato.
La obstetra empezó a hacer mediciones, la sangre que riega el útero, el flujo
que llega a la placenta, el ritmo, el corazón y todo eso mientras la pantalla se
iluminaba de rojo y azul siguiendo el flujo sanguíneo. Hubo un momento en que
vimos su corazón latir. Comprobó que tenía todos los órganos que debe tener en
esta fase, y una vez terminó empecé a notar que le daban calambres en el brazo
y me achuchaba con el ecógrafo. Yo no sabía qué hacer en ese momento, la verdad
es que era bastante molesto (todas hemos tenido un amante torpe en algún
momento) hasta que resopló y me dice que va a probar a hacerme la eco por el
abdomen porque se ha sobado. Ahí empezó un tira y afloja entre el feto y la
doctora, que quería ponerlo de perfil para sacarle una buena foto y para eso
tenía que despertarlo. “A ver si le llamamos la atención”. Jo-der si se la
llamó, empezó a moverse arriba y abajo del útero, empujando con las piernecitas
y llevándose las manos a la cara como queriendo decir “hija de mi vida déjame
en paz” y se puso para la foto. Bueno, no del todo, porque se quedó boca abajo,
pero fue lo máximo que conseguimos y oye, bien está. Por lo menos su primera
“foto” no es de su culo.
¡12 semanas de engendrito! No se muy bien por qué, pero en el informe pone 12 y en la eco 12+5. Da igual, ¿no es cuki? |
Ver eso ahí moviéndose con tal destreza es impresionante, y
que tenga tan poco tiempo y esté tan formado, es más increíble aún. Se aprecia
su nariz, su boquita, el mentón y un atisbo de genitales: parece una niña.
A las 16 semanas me hicieron otra eco, porque al parecer por
el problema del tiroides estoy en el saco de embarazos de riesgo. ¿Y qué
comporta eso? Nada del otro mundo: más analíticas que de costumbre y una eco
con la que no contaba y que nos dio otra oportunidad para saber qué nombre le
ponemos. Pero nada, que no hay manera. Ésta vez la ecografía ha sido abdominal
como las de toda la vida, que la verdad es que es bastante más molesto porque
aprietan la barriga y luego se me queda un dolorcillo durante un rato, pero
bien. Teníamos la criba del Síndrome de Down, que salió bien, y la última
analítica para ver si me sube la tirotropina. Esto último solo lo van a pillar
los nacidos en los 80.
La cuestión es que me tumbé toda emocionada pensando que ya
sabríamos seguro qué vamos a tener, pero entre que el feto estaba de siesta
(que en coña la doctora me preguntó si la había dado de comer, y en verdad me
había apretado un bocata de bar de viejo buenísimo una hora antes, así que no
me extraña que estuviese de siestorro) y que no hubo manera de que descruzara
las piernas, nada, que no sabemos al 100% qué va a ser. La mujer nos dijo que
por el corte lateral parece una niña, pero que si no ve el tema de frente...
pues que no se moja. Y oye, que esa actitud me gusta. Ahí, cruzadita de piernas
está muy bien. Que le dure.
Ay qué piernecitas más monas, con sus piececitos y sus
deditos. ¡Es que me l@ como!
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