¡Ja! Pero, ¿quién dijo que sería fácil? La verdad es que lo
pintan todo color de rosa, pero no todo son pajaritos y paseos en nube privada.
Llega un día en que te levantas, te tomas tus pastillas (yo tomo Eutirox por un
problema de tiroides) y cuando estás revisando tu correo electrónico tu tráquea
levanta la barrera del peaje y deja salir sin previo aviso lo poco que llevas
en el estómago. Tan sin aviso que la primera arcada fue a parar a la tapa del
WC, porque no pude levantarla a tiempo. Por suerte, mi estómago estaba más
vacío que la hucha de las pensiones, porque llevo desde el segundo mes de
embarazo comiendo poco y sin cenar, porque lo que como a mediodía me sirve
hasta la noche y tengo la sensación de que me he comido una familia entera de
hipopótamos con guarnición. La primera vez que ocurre es bastante extraño,
siempre me ha costado muchísimo vomitar y estoy acostumbrada a tener todo un
proceso antes que me sirve para mentalizarme de que no hay otra salida, un
proceso que suele durar una media de 20 minutos que empieza con dolor de
estómago, de cabeza, mareo y sensación de garganta apretada, que ya es cuando
digo va, vamos a ver al Sr. Roca. Luego notas como te sube por la garganta y
lías un espectáculo de luz y color a lo fuentes de Montjuic. Pero en este caso
lo único que notas es cómo te sube y, entre que reaccionas, te levantas
corriendo, esquivas los gatos y entras en el baño como elefante en cacharrería,
es que la lías, no hay otra. Y te queda una sensación de vacío y desamparo que
no comprendes y a partir de ese día sabes que te espera un tiempecito más bien
guay. Yo probé a desayunar un plátano, que leí que ayudan con las náuseas. Y me
ayudó como 10 minutos, que fue lo que tardé en echarlo. Pruebas con agua. La
echas. Pruebas con zumo. Lo echas. Y optas por no comer nada hasta mediodía y a
ver si te aguanta. Y tuve suerte, porque con las comidas no tuve ningún
problema. Y tuve suerte también porque la primera vez que me ocurrió fue en fin
de semana y tuve esos dos días para probar si podía comer o no, porque trabajo
en un autocar y después de devolver se me quedaba un cuerpo escombro que no me
daba ni para caminar recta del mareo que me entraba, así que el lunes siguiente
con no tomar absolutamente nada recién levantada pude sortear los mareos y
hacer bien el trayecto. Pero el destino es un hijo de fruta y si tienes que
potar, potas, sean las 6 y media de la mañana o las once. Y al mediodía el
viajecito me sentó como cuando nos fuimos a Villarrobledo del tirón.
Afortunadamente (y toco madera para que continúe así) los
vómitos han durado apenas un mes y medio y, aunque me mareo muchas veces (una
vez incluso conduciendo, que me quedé loca), las vomitonas no han vuelto y vivo
tranquila. Relativamente. Bueno, en realidad más que eso, porque me paso el día
durmiendo. Y lo digo en plan literal, todo el día o casi todo. Siempre tengo
sueño y la cabeza atolondrada y a quien se lo cuento me dice: “pues aprovecha y
descansa, porque luego no podrás”. Yo no sabía que el sueño se podía acumular,
rollo las petacas de batería para el teléfono, que la recargas y cuando el
móvil te dice adiosito, lo enchufas y te va aunque no estés en casa. Milagros
de la ciencia que no sabía que se aplicaran a la vida humana. Claro que cuando
lo digo, la persona que me ha dicho lo de aprovechar y dormir, me mira raro y
mantenemos una conversación telepática que es algo como:
Persona: no, el sueño no se acumula, ¿por qué preguntas algo
tan obvio?
Yo: por la misma razón que tú me recomiendas algo tan obvio
*carita sonriente.
Que os pensáis que alguien que se muere de sueño va a
aguantar despierto porque sí, o porque no son horas de dormir, pero vais muy
equivocados: siempre es hora de dormir en alguna parte del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recuerda usar un lenguaje adecuado en tus comentarios. Gracias por participar!