Como indico más arriba, soy una mujer de 30 años (cumplo los
31 en Diciembre) y siempre he tenido el instinto maternal a flor de piel. Mis
padres me tuvieron cuando eran bastante jóvenes y siempre pensé que eso les
había venido bien, ya que tanto yo como mi hermano gozamos de una infancia muy
activa, puesto que nuestros padres tenían suficiente energía como para aguantarnos
y guiarnos por el buen camino sin consentirnos, de modo que mi deseo de tener
hijos siempre lo había asociado a los 20 y pocos y me harté de decir que mi
primer hijo lo iba a tener antes de cumplir los 25. Qué os voy a contar, ¿no?, estas cosas no se planean. Entre unas cosas y otras, yo con 23 estaba soltera y sin hijos, por supuesto, porque vale que lo tenía muy claro, pero otra cosa
que tenía más clara aún es que lo de ser madre soltera tampoco era lo mío. Yo
gozaba mi juventud cuando sin venir a cuento conocí al que es ahora mi marido
(bueno, pareja de hecho, porque yo no me caso si no la puedo liar parda, eso
también lo he tenido claro siempre) y con el que llevo desde entonces y será el
padre de mis hijos.
Desde el minuto uno hemos sido una pareja compenetrada, nos
lo hemos tomado con mucha calma, tanto que, de hecho, empezamos en plan “a ver
qué pasa” y aquí seguimos, viendo qué pasa. Lo que ha pasado es que hemos
tenido claro que íbamos a tener hijos desde el principio, pero siempre nos ha
echado para atrás Don Dinero. Mi trabajo no ha sido estable estos últimos años y si lo piensas mucho te da la bajona, porque piensas que tú estás preparado
para evolucionar como persona, subir un peldaño en la escalera de la vida,
porque quieres y porque te ves capaz. Pero si tienes los pies en la tierra
piensas: ¿y cómo nos mantenemos?. Puto dinero. Puto trabajo de mierda. Puta
crisis. Puta vida. Y lo dejas estar hasta que vengan “tiempos mejores”; y lo
entrecomillo porque a los “tiempos mejores” más te vale esperarlos sentado
porque vienen en un Cercanías de Renfe.
Así que, o le echas temperamento, o si es por dinero en tu
vida vas a procrear. Es una lástima pero es así; la población está envejeciendo
y no es porque la gente no quiera tener hijos, es que para traer a un niño a un
mundo de miseria, pues no te vale la pena. Pero siempre encuentras la fórmula,
siempre.
Nosotros por ejemplo tuvimos la suerte de tener un dinero
con el que no contábamos, que sirvió más que nada para pagar deudas y poco más. Bueno poco, nos sirvió para decir: ahora sí, ¡dejo las pastillas! Y aquí
empezó este periplo, que poco pensábamos que iba a costar tanto.
¡Pero por algún sitio hay que empezar!
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